Emociones en Niños y Niñas durante la Pandemia por COVID-19

Por Verónica Alférez

La crisis sanitaria que estamos viviendo actualmente es un suceso que altera la vida significativamente por todo lo que ella representa, tanto a nivel personal como social, produciendo en general un monto de estrés mayor al que solíamos experimentar antes de la pandemia.

Y es posible que este monto mayor de estrés dificulte el uso óptimo de las estrategias de afrontamiento habituales, por lo que tal vez se están presentenando más episodios de desrregulación durante este periodo de aislamiento social, es decir, más fallas en el control de los impulsos y en la modulación de las emociones, por lo que puede ser que estemos más sensibles e hiperreactivos de lo normal. Esta situación aqueja tanto a niños, como adolescentes y adultos.

Por tal motivo, resulta fundamental comprender la importancia el acompañamiento emocional para nuestros niños, niñas y adolescentes durante este período, ya que ellos cuentan con menos recursos de los que como adultos contamos, para lidiar con altos niveles de estrés.  Sobretodo si consideramos que la pandemia, y todo lo que ella representa, pudiera ser para algunos, un evento potencialmente traumático por sus implicaciones.

De acuerdo a lo anterior, es importante recordar que existen tres tipos de estrés.

  • Estrés positivo: es un monto de estrés óptimo que nos activa positivamente para realizar las acciones cotidianas de nuestra vida y donde las estrategias de afrontamiento que utilizamos son efectivas.
  • Estrés superior: es un monto de estrés mayor al anterior donde se requiere el acompañamiento del otro para que estos niveles de estrés se amortiguen. En este caso, las estrategias de afrontamiento muestran deficiencias, por lo que se buscan relaciones de apoyo para lograr la modulación emocional.
  • Estrés tóxico: es un monto de estrés superior a los anteriores donde las estrategias de afrontamiento ya no resultan efectivas y donde no se cuenta con relaciones de apoyo para amortiguar el nivel de estrés tan alto, lo que conduce a la desorganización interna, debido a que la señal de alarma es intensa y/o prolongada en el tiempo. Cuando el estrés tóxico es la constante en la vida o incluso en un momento determinado, es cuando podemos hablar de que tal experiencia o experiencias dejan huellas traumáticas.

Pero ¿cómo podemos saber si nuestros hijos o hijas están estresados?

-Lo primero que debemos recordar es que una conducta estresante en los niños, niñas y adolescentes es cualquier conducta indicativa de que existe un estado interno de malestar o de afectos desagradables como miedo, tristeza, rabia, frustración, vergüenza, etc. Estas conductas puede ser de dos tipos:

1) Conductas internalizantes. Incluye rasgos de ansiedad y de

depresión, es decir, son perturbaciones asociadas a estados

o experiencias subjetivas de tensión psicológica. Por ejemplo: morderse las uñas, caída de pelo, dolores físicos, entre otros.

2) Conductas externalizantes. Agrupa comportamientos disruptivos o

que causan malestar en el entorno, por ejemplo:

alteraciones conductuales o hiperactividad; como peleas, groserías, rasgos desafiantes, etc.

El tipo de conducta, ya sea internalizante o externalizante, depende del temperamento de niño, niña o adolescente, es decir, de que tan reactivo o sensible es frente a los estímulos de su entorno. También influye en esto, la forma en que tiende a reaccionar su cerebro cuando se siente amenazado, es decir, puede ser que responda con reacciones de ataque, huida o parálisis.

El estrés entonces se observa a través de ciertas conductas que los niños, niñas y adolescentes presentan. Específicamente, algunas de las áreas que es importante observar y monitorear durante este tiempo para identificar qué tan estresados se sienten son:

  • Apetito: Comer mucho más que antes de la contingencia o dejar de comer, es una señal de alerta.
  • Sueño: Dormir mucho más o tener insomnio también es un signo importante de malestar emocional.
  • Control de esfínteres: Presentar accidentes constantes con la pipi o popo, puede ser también considerada una regresión importante que merece atención.
  • Síntomas físicos: Dolores de cabeza, dolores estomacalas, dermatitis, dificultad para respirar, entre muchos otros, sin causa médica, pueden ser considerados como somatizaciones importantes que pueden reflejar una problemática emocional.
  • Pensamientos recurrentes: Pensamientos constantes en relación a la muerte o enfermedad, entre otros tantos, nos habla de los temores y fantasías que angustian a los menores.
  • Estado de ánimo: Manifestaciones diversas de sentimientos de tristeza, ansiedad, enojo constante, etc. son  formas en que el niño, niña o adolescente, nos hace saber que nos necesita para sentirse más tranquilo.
  • Juego:  El juego simbólico sobretodo es una forma de conocer el mundo interno de nuestros niños, niñas y adolescentes, por lo que poner atención a lo que juegan puede darnos mucha luz de lo que hay internamente en ellos/as. Pero también el juego es la forma en que pueden elaborar sus temores y fantasías diversas, por lo que hay que recordar que durante el juego, todo es posible. 

Frente a todas estas situaciones, es muy importante que papá y mamá puedan acompañar de manera sensible y empática a sus hijos e hijas, al mostrarse como un refugio seguro que fomente:

– la seguridad emocional,

– la regulación de las emociones y

– la organización de la experiencia.   

Algunas sugerencias para acompañar a tus hijos e hijas en un momento difícil pueden ser:

  • Comprender lo que debe estar sintiendo y hacerle saber que sus emociones están bien;
    • Transmitirle que estás a cargo y que lo acompañas;
    • Puntualizar en que la prioridad máxima es protegerlo y cuidarlo;
    • Transmitirle que lo peor ya ha pasado (si es el caso) o que pasará y que las cosas pronto mejorarán;
    • Permanecer con él/ella hasta que comience a sentirse más tranquilo.

Recuerda papá, mamá: Siempre trata de ser más fuerte, más grande, más sabio y más compasivo emocionalmente al acompañar a tus hijos e hijas. (COSP, 2000).

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